Vuelvo junto a la Madre Cándida para recordar una presencia en su vida, para escuchar las palabras con las que nos habla de su devoción a la Virgen, ese rasgo fundamental de su CARISMA, la devoción mariana.
La M. Cándida -Juana Josefa Cipitria y Barriola- nació en un día de la Virgen: 31 de mayo de 1845, fiesta de la Madre del Amor Hermoso, después pasó a ser de la Virgen Reina y actualmente conmemoramos la Visitación de María a su prima Isabel.
Muchos años después, 1892, cuando se le pide que “apunte todo lo de la Congregación y todo” tenemos la palabra directa de la M. Cándida: “lº: la devoción a la Purísima Virgen los sábados particularmente desde la edad de unos cuatro años”, no se trata de una piedad ingenua, infantil, sino de una vivencia continuada, desde entonces no hay circunstancia importante en su vida sin la presencia de María:
Y poco años más debía de tener Juanitatxo cuando sale muy temprano al monte para ver a la Virgen o a sentarse al borde del camino a esperar a Jesús y a la Virgen para ofrecerles el ramillete de flores que les ha hecho, o a un pobre para darle el bocadillo que le preparó la abuela, porque es sábado -día tradicionalmente mariano- y así honra a la Virgen con el sacrificio y el amor a los pobres. Y en Tolosa, cuando lleva a rezar a la iglesia de Santa María a sus amigas, ya empieza a comunicar ese amor a la Virgen a los demás.