Ante los desafíos cotidianos que afrontamos los cristianos del tercer milenio, el Espíritu Santo suscita en los corazones, el ardiente deseo de renovar constantemente el discipulado propuesto por Cristo Camino, Verdad y Vida. Entre tantas opciones que podemos elegir, porque vivimos en la libertad de los hijos de Dios, la más segura y eficaz será siempre aquella que tenga como norte y guía a la bienaventurada Virgen María.
Ella, la Madre de todos, nos muestra el camino más noble, justo y certero para seguir las huellas de su amantísimo Hijo. Ella es entonces el buen camino a seguir, y nosotros, hemos sido elegidos por la Voluntad de Dios porque estamos seguros que la Virgen María se ha fijado en la humildad de nuestros corazones para enaltecer su nombre y glorificar a Dios en Ella.
Somos, pues, quienes aceptamos el Sí definitivo imitando a nuestra Madre del cielo anhelando vivir la fe recibida en el Bautismo dentro de la Iglesia mediante este buen propósito que surge como una iniciativa de manifestación espiritual en las filas del Colegio de Gamarra. Pero Dios ha mirado nuestro amor hacia la Madre de su Hijo y nos ha abierto las puertas de la Iglesia siendo reconocidos bajo el cayado de nuestro Obispo Diocesano como grupo que camina con María Santísima del Buen Camino y Santa Cándida de Jesús, para enaltecer las virtudes de esta gran santa, Hija de Jesús, que ha hecho tanto bien a nuestra Iglesia.
Más aún las misericordias de Dios siguen copiosamente bendiciendo esta tarea; siendo acogidos en esta Parroquia de La Purísima Concepción contemplamos un signo aún más seguro del querer de Dios en nuestras vidas.
Queremos, por tanto, consagrar nuestra vida, como lo hizo María, al servicio de Dios y de aquellos hermanos que necesiten de nuestra caridad y cercanía. Deseamos seguir siendo fieles al llamado a la santidad que Cristo nos propone para que nuestra respuesta generosa glorifique a Dios. ¡Alabado sea Cristo, que nos ha dado una Madre tan buena!
Fernando José Azuaje Navarro