Dolorosa

Ficha técnica

  • Titulo: Nuestra Purísima Madre del Buen Camino.
  • Rama artística: Escultura.
  • Estilo: Realista-naturalista.
  • Material: Madera de cedro real en toda la obra, pelo natural en las pestañas, cristal para las lágrimas y tela natural en la vestimenta.
  • Medidas: 1,75 cm. de altura de pies a cabeza. 1,80 cm. con peana.
  • Año de realización: 2017
  • Lugar de ubicación: Capilla del colegio Virgen Inmaculada, ¨Gamarra¨ (Hijas de Jesús), Málaga.

Descripción formal de la obra

Tras un tiempo de búsqueda, bocetos y apuntes el escultor, José María Ruiz Montes llega a la idea definitiva en papel; intentando captar el sentimiento devocional que desde la Asociación Cofrades de Gamarra se quería trasladar a la Imagen de su Dolorosa.

Teniendo como soporte y referente un modelo del natural, se da comienzo al estudio de volúmenes en barro con un boceto a escala 1:1 de la cabeza y de ambas manos, ya se comienza dar paso de lo etéreo a lo físico a dar forma al movimiento, a materializar lo que será la expresión del rostro y el lenguaje de manos en la obra final.

Pasando ya a los preparativos iniciales a la madera se realiza un estudio previo del desnudo en papel, pasándolo a posterior en planos a escala real, donde estos son plasmados en la madera que está ya labrada y ensamblada. Desde aquí se comienza la labor de desbastado de talla directa con gubias de gran formato, hasta que poco a poco va resurgiendo la forma que yacía debajo del bloque de madera.

Se comienza con los acabados y toques de gubias de pequeño abarque, precisos y sutiles, donde también participa las escofinas, raspines y lijas. Una vez concluido el trato directo con el material lignario damos paso a la preparación de la superficie tallada con las colas orgánicas, sulfato cálcico y encintados en las zonas de ensamblado. Ya se comienza con las labores de  policromía y acabado final al óleo, en la encarnadura y cabello.

Los referentes escultóricos de Ruiz Montes, en lo que concierne a la iconografía de La Virgen Dolorosa son: Pedro de Mena y sus magnificas y espirituales dolorosas de medio cuerpo, Alonso Cano y su concepto de monumentalidad en los volúmenes, Miguel Ángel Buonarroti y sus composiciones elegantes y llenas de vida.

La obra posee el cuerpo anatomizado. En su interior, siguiendo una antigua costumbre y norma no escrita, pero realizada gracias a lo acordado entre algunos escultores imagineros y los autores del encargo, se ha colocado una copia del contrato de hechura de la efigie y un testimonio personal. Ahí queda, para el futuro, la información necesaria sobre el acuerdo entre escultor y la Asociación Cofrades de Gamarra

Con una gestualidad estudiada, se une, una mirada cabizbaja que, a pesar de que se dirige hacia el lado derecho, posee efecto de frontalidad, ¨caminando¨ con fortaleza y entereza. Más, al mismo tiempo, aportaba un resultado de cierta languidez y serenidad.

Esta conjugación consigue en el espectador un efecto multiplicador de sensaciones varias. Es la expresión del dolor más íntimo, más personal.

Mas, tal vez, la emoción más destacada que transmite es aquella que nos invita a considerar que en esa mirada se plasma el infinito sufrimiento, la amargura, pero también la esperanza y sobre todo la dulzura de una Madre. En suma, invita al diálogo.

El Señor en la Cruz nos expresa la fraternidad que debiera existir entre todos los seres humanos. Cristo nos entrega a Su Madre, así que María es la Madre de todos nosotros, que aceptó y asumió el sacrificio de Su Hijo por la salvación del mundo y nos acoge en Su ardiente corazón. ¨ Habiendo mirado Jesús a Su Madre y al discípulo que Él amaba, el cual estaba allí, dice a Su Madre: ¨ Mujer ahí tienes a Tu Hijo ¨; después dice al discípulo: ¨ ahí tienes a Tu Madre ¨. Y desde ese punto encargóse de Ella el discípulo, y la tuvo consigo en su casa ¨ (Jn 19)

En el rostro de la Dolorosa destacan facciones de la boca entreabierta, la nariz, la suavidad en el modelado y la aportación de un volumen concreto otorgado a en la zona orbicular exterior y párpados.

Todo ello, matizado con la encarnadura y la adición de la suave policromía consigue el efecto perseguido, que no es otro que la humanización de lo divino. Porque, como es fácilmente comprobable, la imagen puede representar a la de cualquier mujer real.

En las manos, la delicadeza preside. Y con ella, consigue que la mirada del espectador no sólo se dirija hacia el rostro. En este caso, también las manos se erigen en punto de focalización visual y no solo por lo que en ellas se pudieran ubicar, sino, principalmente, por la disposición que adoptan. Diálogo mudo con el espectador.

La imagen lleva su mano derecha hacia el corazón. Es un recurso que simboliza y refleja, de una forma plástica, el dolor, en este caso, por lo que le sucede al Hijo, la disposición anatómica fruto del giro que le imprime y, al tiempo, elegancia acorde con lo que representa.

A la Dolorosa se le ha ubicado en su pecho un corazón radiante con daga. La presencia del puñal de orfebrería entre los atributos marianos data del siglo XVII. Es conocido que hace referencia a un relato previo a la Pasión. Fue durante la Presentación del Niño en el templo de Jerusalén cuando el anciano Simeón profetizó a María: ‘(…) una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones’. Simbólicamente nos remite a la salvación prometida por el Hijo de Dios.

Y en el corazón radiante, sol que ilumina nuestras vidas, se ubican llamas de amor divino. Con ellas se representa su amor por la humanidad y señala los símbolos del camino que purificó su corazón.

En ella se han grabado las frases pronunciadas por la Madre Cándida: ‘En Jesús todo lo tenemos’ y ‘Me gusta que estéis alegres’. También porta el logotipo de las Hijas de Jesús (Iesus)

Y en su mano izquierda, la Dolorosa porta un libro. La representación de la Virgen María con un libro en su regazo o ubicado sobre una mesa se difundió a partir del siglo XII, de forma paralela a la extensión de la idea de que como Madre de Dios, María había sido mujer dotada espiritual e intelectualmente. Un siglo más tarde, Alberto Magno enseñaba que María había sido una maestra en las siete artes liberales, es decir, en el Trivium y en el Quadrivium. Así, las escenas de la Anunciación, que habían comenzado representando a la Virgen con el huso y la rueca, pasaron a ser reflejadas con un libro.

Aquí el escultor quiere recordar una obra pictórica en la que la presencia de este elemento adquiere tal relevancia que incluso le aporta el título: la ‘Madonna del libro’, por el pintor renacentista italiano Sandro Botticelli realizara al temple sobre madera entre los años 1480 y 1482.

Pero, en el caso que analizamos, la inclusión de un libro en la mano de la Dolorosa también aporta unas claves concretas. Hace alusión a la obediencia divina y al sentido de la oración, pero, además, adquiere como mensaje inequívoco un sentido enlazado con el mundo de la enseñanza y, al mismo tiempo, quiere insinuar la localización espacial en la que va a ser ubicada la efigie en una capilla en un centro de enseñanza. El libro se erige por derecho propio en transmisor del conocimiento y clave en los procesos educativos.

La imagen, se corona con un halo. La inclusión de las doce estrellas entre cartelas, que son coronadas por una filacteria con letanías marianas, aporta un sentido estético que nos retrotrae a la época barroca (ello se plasma en la inclusión de diversos elementos y recursos estilísticos propios de la platería de esa época), pero, al mismo tiempo, alude al sentido religioso plasmado tanto en el libro del Génesis (37: 9, 11) sobre su relación con las 12 tribus de Israel, así como, de manera especial, con lo señalado en el del Apocalipsis (12:1) en el que se afirma: ‘Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de 12 estrellas sobre su cabeza’.

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