Una de las intenciones en esta nueva etapa de los cofrades de Gamarra es fortalecer la unión con la congregación de las Hijas de Jesús. Por esto, pensamos en acercar a nuestra Virgen a las hermanas que viven en la residencia y que por su edad y su estado tienen difícil acudir a la capilla del colegio; así, se decidió que tras la procesión de 2019 la Virgen permaneciera durante un tiempo en la capilla de la residencia. Por diversas cuestiones, esta estancia se alargó hasta la llegada del verano, y ya que, con las vacaciones estivales, el colegio se quedaba vacío, la Virgen del Buen Camino pasó también el verano junto a las hermanas. Allí recibió el cariño y las oraciones de estas mujeres que consagraron su vida a Dios, para a través de la educación y los valores transmitidos por Santa Cándida María de Jesús, formar a los alumnos que han pasado por los colegios de la Congregación. A principios de septiembre se trasladó de vuelta a la capilla del colegio, para que desde allí, acompañe a los alumnos en este nuevo curso.
Tanto el momento de la llegada de la Virgen a la residencia, como el de su vuelta al colegio, fueron muy sencillos, pero cargados de emotividad. En la ida, fue recibida con una preciosa canción que le prepararon las hermanas; la cercanía en la que se sitúa en aquella capilla ha hecho que la devoción y el cariño se haya hecho muy fuerte, ya no solo con las Hijas de Jesús que viven en la residencia, sino también con el personal que allí trabaja. El día de la partida hacia el colegio también estuvo cargado de emoción; unas oraciones y cánticos dirigidos a Ella sirvieron como despedida, mientras Lola Giménez, superiora de la Congregación en Málaga, nos contaba lo acompañada que ha estado la Virgen y la felicidad que ha dado su presencia. Pudimos ver con que naturalidad las hermanas hablan con la Virgen, cómo le acarician dulcemente las manos… Nos contaron que ningún día le ha faltado una biznaga, hecha por una de ellas y colocada a sus pies, también hemos conocido como un grupo de hermanas iban cada noche a despedirse de la Virgen, antes de retirarse a sus habitaciones, momento éste que se echa de menos.
Mientras nos preparábamos para iniciar el traslado de vuelta, si mirabas a los ojos de la Virgen tenían un brillo especial, mezcla de emociones por la despedida y por lo vivido estos meses.
Sin duda, estos momentos son de los que justifican nuestra dedicación a este proyecto. Personalmente, siempre guardo con especial cariño momentos sencillos, que lejos de grandes focos de otros actos, dan mucho sentido a todo. Y éste, sin dudarlo, irá a ese archivo.
El paso del curso traerá de nuevo el verano, y se volverán a encontrar las miradas de estas hermanas con Nuestra Purísima Madre del Buen Camino, que pasará del bullicio de los alumnos, al remanso de paz de la pequeña capilla de la residencia.