Patrimonio musical

Camino

El 12 de abril de 2019, Viernes de Dolores, instantes antes de comenzar la anual procesión, se estrenó la primera composición musical dedicada a Ntra. Purísima Madre del Buen Camino: ‘Camino’, obra del compositor Francisco Javier Criado Jiménez.

Francisco Javier Criado Jiménez, malagueño nacido en junio de 1992, es, ante todo, un cristiano comprometido y con una especial sensibilidad para el hecho musical. Los títulos son fruto del estudio, de las horas; pero saber captar el carisma centenario de una institución religiosa y plasmarlo en notas musicales, eso solo está al alcance de personas de fe, que saben ver a Dios más en las obras que en las palabras. Estudió composición en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, así como Magisterio Musical en la Universidad homónima.

El 5 de diciembre de 2018 Francisco quiso vivir la festividad colegial de la Inmaculada en Gamarra, el colegio de Málaga. Había asumido el reto de escribir una obra musical que nos representara a todos los que vivimos el carisma de la Madre Cándida, y para empezar, había que conocer las raíces. Luego, se sentó a componer con las resonancias de lo vivido.

Camino tiene un punto de partida: el Mil Albricias, canto de honda tradición en los colegios de las Hijas de Jesús. El amor y el sentido de pertenencia que el compositor vio en las caras de los niños aquella mañana cuando alzaron sus campanillas y comenzaron a entonar el himno centraron su obra desde el principio. Después, había que darle forma, pues puede haber múltiples variantes. De entrada se descartó la forma marcha como tal, estructurada en dos tema A y B; decantándose por una estructura en forma de A B A, siguiendo los esquemas de los grandes maestros de la música y también de composiciones como vals o nocturnos. Camino está compuesto por un tema A, que está en Do Mayor, y por el otro tema B (Mil Albricias), que tiene dos tonalidades Mi bemol Mayor y La bemol Mayor, para terminar volviendo al principio de la obra, el A, lo que le da unidad a la composición al terminar en la misma tonalidad con la que empezó, Do Mayor.

Al ser el Mil Albricias la base de la obra, el tema B, el resto de temas están condicionados de partida. Según el compositor, el Mil Albricias le transmite dos palabras: “calma” y “galante”, como los grandes himnos de la historia de la música, repletos de tonos graves. Partiendo de esto, la pregunta fue: ¿qué puedo construir para llegar al Mil Albricias y que tenga sentido? Para él, las piezas musicales de corta duración, como la que nos ocupa, deben contarte una historia, y dentro de esa historia hay un viaje, hay movimiento, hay acción. Eso se traduce en cambios de armonía, de ahí los cambios de tonalidad en la obra (do menor, Do Mayor, la menor, Mi bemol Mayor, etc). Eso es el movimiento, ése es el viaje. De ahí que, como se puede apreciar en el esquema de la obra, el principio (la intro y el tema A), traten de producir agitación, preparándonos para la calma que nos espera en el Mil Albricias, tema B. Ese contraste es la clave de la obra. Como se aprecia en el esquema, además de los temas A, B y vuelta a A, están las transiciones o puentes, que por definición en la música, son inestables. Esta inestabilidad hace que no sean partes principales, no son memorizables ni cantables, simplemente nos ayudan a estabilizarnos en lo que está a punto de llegar y le da sentido. Sin embargo no hay que quitarle importancia a estas transiciones, ya que son las partes más complicadas de las obras, donde ya no vale con armonizar, en este caso una melodía conocida (Mil Albricias), sino que nos adentran en lo desconocido, y nos llevan a un sitio; por lo que solo los buenos compositores son capaces de introducirnos en una transición sin que nos demos cuenta, y que ésta cobre sentido al terminar. Las transiciones hacen que la obra no sea una colección de ideas sin conexión, y son la base de la música occidental, de la música tonal, que nos lleva siempre a algún sitio, hay movimiento, en contraste con la música oriental, en esencia cíclica y repetitiva.

Un himno centenario que se hace semilla, para sembrar amor a María y proclamar su pureza, en una nueva tonalidad.

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