Nos ha parecido interesante transcribir algunos fragmentos del tema que el arzobispo emérito de Sevilla, cardenal Carlos Amigo, desarrollo en su día en el Foro de N. P. Jesús de la Victoria, de Sevilla:

“Es evidente que ni se puede reducir la religiosidad popular a las Cofradías, ni se puede prescindir de ellas. Las Hermandades de Semana Santa tienen un especial protagonismo no sólo en esos días sacros, sino durante todo el año. Religiosidad popular, Hermandades y Semana Santa son, pues, inseparables, aunque haya otras formas de expresar lo religioso que no tienen relación alguna ni con la Cofradía ni con la llamada Semana Mayor. Son numerosas y activas. Su labor pastoral, catequética, caritativa y social no puede olvidarse. Ahora bien, igual que se recurre al ocultamiento de las creencias religiosas bajo el pretexto de considerarlas asunto absolutamente privado, también podría ocurrir que se acudiera a la Hermandad como si esa pertenencia, por sí sola, eximiera de todas las demás obligaciones y compromisos religiosos y morales que comporta el ser auténtico cristiano.

La Cofradía no es una simple asociación de personas para conseguir unos objetivos más o menos inmediatos. Es una forma de vivir en cristiano, de seguir a Jesucristo, de estar en la Iglesia, de caminar como ciudadanos de este mundo, de sentir el calor de la propia familia. Una Hermandad no es solamente una agrupación a la que se pertenece, ni siquiera una serie de actividades religiosas en torno a unas imágenes veneradas. La Hermandad es un espíritu, una vida, una fe, un patrimonio espiritual. Las Hermandades, pues, son un camino, una ayuda para vivir mejor en cristiano. La Hermandad ofrece los medios que el cristiano necesita: Palabra, Sacramentos, Caridad. El verdadero Hermano Mayor y “propietario” de la Hermandad es Cristo. La Hermandad es de Cristo y habla de Cristo. Promovida por la Iglesia para ayudar a la misión de la Iglesia: conocer a Cristo y tomar el Evangelio como norma de vida. Nacida y encarnada en la cultura de un pueblo. Habla al pueblo con el lenguaje del pueblo. Vive el amor fraterno y administra una bolsa de caridad. Cada Hermandad, dentro de la comunión y unidad de la Iglesia, tiene su propio estilo, sus señas identificadoras. Sus más preciados títulos, que no son tanto los que aparecen en los epígrafes con los que se nombra la Cofradía, sino en la forma cómo viven y actúan los hermanos que componen esa Hermandad.

El Papa Francisco atrae y cautiva a propios y extraños, a los creyentes y a los ateos. Unos y otros manifiestan tener un alto grado de aprecio por el papa Bergoglio, que llega tan al corazón de las gentes con gestos y palabras sencillas, sabe expresar y comunicar con eficacia y suscita interés y simpatía. Tiene especial deferencia y cariño con los enfermos, los niños, los que sufren por cualquier motivo. Su sola presencia emociona, conmueve y contagia paz y esperanza. Aunque el Papa Francisco se ha referido en varias ocasiones a la piedad popular- casi siempre empleando esta terminología- los textos de mayor importancia han sido la homilía pronunciada con motivo de la Jornada de las cofradías y de la piedad popular (5-5-2013), y la exhortación Evangelii gaudium. Quiso Señalar el Santo Padre tres palabras: autenticidad evangélica, eclesialidad y ardor misionero. La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe cristiana, siendo discípulos de Cristo siguiendo fielmente el Evangelio. Necesidad de vivir plenamente la comunión con la Iglesia y con los pastores. Y evangelizar, siendo un sendero para llevar a Cristo y para caminar con él. Ser misioneros del amor y de la misericordia de Dios. Y en todo que se refleje una caridad auténtica y una fraternidad verdaderamente cristiana. Un capítulo a tener muy en cuenta será el de la formación conociendo cada día mejor a Cristo, cuidando la formación espiritual, la oración personal y comunitaria y la liturgia. Las Hermandades y Cofradías son una manifestación importante de la vida de la Iglesia. Una espiritualidad, una mística, un espacio de encuentro con Jesucristo. A lo largo de los siglos las hermandades y cofradías han sido fragua de santidad para muchos cristianos. […]

En la exhortación Evangelii gaudium (122-126), el Papa Francisco dedica un epígrafe completo a la piedad popular. He aquí algunos de los pensamientos del Santo Padre: Cada pueblo, con las expresiones más propias, enriquece la fe recibida. El pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Precioso tesoro de la Iglesia Católica. En ella parece el alma de los pueblos Verdadera espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos. Es una manera legí- tima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia y una manera de ser evangelizadores. Hay que acercarse a ella con la mirada del Buen Pastor, que no busca juzgar sin amar. Por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo. Es un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización.

(Tomado de la web de la Hermandad de la Paz de Sevilla)